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LAS ESTRELLAS Y EL HOMBRE MEDIEVAL
Taller de astronomía

Libro de Buen Amor

Aquí dise de cómo segund natura los omes e las otras animalias quieren aver compañía con las fembras.

71
Como dise Aristóteles, cosa es verdadera,
el mundo por dos cosas trabaja: la primera,
por aver mantenençia; la otra era
por aver juntamiento con fembra plasentera.

72
Si lo dixiese de mío, sería de culpar;
díselo grand filósofo, non só yo de rebtar;
de lo que dise el sabio non debemos dubdar,
que por obra se prueba el sabio e su fablar.

73
Que dis' verdat el sabio claramente se prueba
omes, aves, animalias, toda bestia de cueva
quieren, segund natura, compaña siempre nueva;
et quanto más el omen que a toda cosa se mueva.

74
Digo muy más del omen, que de toda criatura:
todos a tiempo çierto se juntan con natura,
el omen de mal seso todo tiempo sin mesura
cada que puede quiere faser esta locura.

75
El fuego siempre quiere estar en la senisa,
como quier' que más arde, quanto más se atisa,
el omen quando peca, bien ve que deslisa,
mas non se parte ende, ca natura lo entisa.

76
Et yo como soy omen como otro pecador,
ove de las mugeres a veses grand amor;
probar omen las cosas non es por ende peor,
e saber bien, e mal, e usar lo mejor(12).


Aquí fabla de la constelaçión, et de la planeta, en que los omes nasçen, el del juiçio del hora quando sabios naturales dieron en el nasçimiento del fijo del rey Alcarás.

123
Los antiguos astrólogos disen en la sçiençia
de la astrología una buena sabiençia,
qu'el omen quando nasçe luego en su nasçençia
el signo en que nasçe le jusgan por sentençia(15).

124
Esto dis' Tholomeo, e díselo Platón,
otros muchos maestros en este acuerdo son:
quál es el asçendente e la costelaçión
del que nasçe, tal es su fado et su don.

125
Muchos ay que trabajan siempre por cleresía,
deprenden grandes tiempos, espienden grant quantía,
en cabo saben poco, que su fado les guía:
non pueden desmentir a la astrología.

126
Otros entran en orden por salvar las sus almas,
otros toman esfuerzo en querer usar armas,
otros sirven señores con las sus manos ambas,
pero muchos de aquestos dan en tierra de palmas.

127
Non acaban en orden, nin son más caballeros,
nin han merçed de señores, nin han de sus dineros:
porque puede ser esto, creo ser verdaderos,
segund natural curso, los dichos estrelleros.

128
Porque creas el curso, d'estos signos atales,
desirt'he un juisio de cinco naturales,
que judgaron un niño por sus çiertas señales,
dieron juisios fuertes de acabados males.

129
Era un rey de moros, Alcarás nombre avía:
nasçiole un fijo bello, más de aquél non tenía,
embió por sus sabios, d'ellos saber querría
el signo e la planeta del fijo que l' nasçía.

130
Entre los estrelleros que l' vinieron a ver,
vinieron çinco d'ellos de más cumplido saber;
desque vieron el punto en que ovo de nasçer,
dixo el un maestro: «Apedreado a de ser.»

131
Judgó el otro e dixo: «Éste a de ser quemado.»
El terçero dise « El niño a de ser despeñado.»
El quarto dixo «El infante a de ser colgado.»
Dixo el quinto maestro: «Morrá en agua afogado.»

132
Quando oyó el rey juisios desacordados,
mandó que los maestros fuesen muy bien guardos;
físolos tener presos en logares apartados,
dio todos sus juisios por mintrosos probados.

133
Desque fue el infante a buena edat llegado,
pidió al rey su padre, que le fuese otorgado
de ir a correr monte, caçar algún venado;
respondiole el rey, que le plasía de grado.

134
Cataron día claro para ir a caçar;
desque fueron en el monte, óvose a levantar
un rebatado nublo, comenzó a graniçar,
e a poca de hora comenzó de apedrear.

135
Acordose su ayo, de cómo lo judgaron
los sabios naturales, que su signo acataron:
dis: «Vayámosnos, señor, que los que a vos fadaron
»non sean verdaderos en lo que adevinaron.»

136
Pensaron mucho ayna todos de se acoger,
mas como es verdat, e non puede fallesçer
en lo que Dios ordena en cómo ha de ser,
segund natural curso non se puede estorçer.

137
Fasiendo la grand piedra el infante aguijó,
pasando por la puente un grand rayo le dio,
foradose la puente, por allí se despeñó,
en un árbol del río de sus faldas se colgó.

138
Estando ansí colgado a do todos lo vieron,
afogose en el agua; acorrer non lo podieron:
los çinco fados dichos todos bien se complieron.
Los sabios naturales verdaderos salieron.

139
Desque vido el rey complido su pesar,
mandó los estrelleros de la presión soltar:
físoles mucho bien, e mandoles usar
de su astrología, en que non avíe que dubdar.

140
Yo creo los astrólogos verdad naturalmente;
pero Dios que crió natura e acidente,
puédelos demudar, et faser otramente:
segund la fe católica, yo d'esto só creyente.

141
En creer lo de natura non es mal estança:
e creer muy más en Dios con firme esperança;
por que creas mis dichos e non tomes dubdança,
pruébotelo brevemente con esta semejança.

142
Yo creo que el rey en su regno ha poder
de dar fueros et leyes, e derechos faser:
d'esto manda faser libros, e quadernos componer:
para quien fase el yerro qué pena debe haber.

143
Acaesçe, que alguno fase grant traición,
ansí que por el fuero debe morir con raçón,
pero por los privados, que en su ayuda son,
si piden merçed al rey, dal' complido perdón.

144
O si por aventura aqueste que lo erró,
al rey en algund tiempo atanto le servió,
que piedat e serviçio mucho al rey movió,
porque del yerro fecho complido perdón le dio.

145
Et ansí como por fuero avía de morir,
el fasedor del fuero non lo quier' consentir
, dispensa contra el fuero e déxalo vevir;
quien puede faser leyes, puede contra ellas ir.

146
Otrosí puede el papa sus decretales far,
en que a sus súbditos manda çierta pena dar;
pero pude muy bien contra ellas dispensar,
por graçia o por serviçio toda la pena soltar.

147
Vemos cada día pasar esto de fecho,
pero por todo eso las leyes y el derecho,
et el fuero escrito non es por ende desfecho,
ante es çierta çiencia e de mucho provecho.

148
Bien ansí nuestro señor Dios, quando el çielo crió,
puso en él sus signos, et planetas ordenó,
sus poderíos çiertos et juisios otorgó,
pero mayor poder retuvo en sí que les non dio.

149
Ansí que por ayuno, e limosna, e oraçión,
et por servir a Dios con mucha contriçión
non ha poder mal signo nin su costelaçión.
El poderío de Dios tuelle la tribulaçión.

150
Non son por todo aquesto los estrelleros mintrosos,
que judgan segund natura por sus cuentos fermosos,
ellos e la çiençia son çiertos et non dubdosos,
mas no pueden contra Dios ir, nin son poderosos.

151
Non sé astrología, nin só ende maestro,
nin sé astrolabio más que buey de cabestro;
mas porque cada día veo pasar esto,
por aqueso lo digo, otrosí veo aquesto.

152
Muchos naçen en Venus; que lo más de su vida
es amar las mugeres; nunca se les olvida;
trabajan et afanan mucho sin medida,
e los más non recabdan la cosa más querida.

153
En este signo atal creo que yo nasçí,
siempre puñé en servir dueñas que conoçí,
el bien que me feçieron, non lo desgradeçí,
a muchas serví mucho, que nada acabesçí.

154
Como quier' que he probado mi signo ser atal
en servir a las dueñas puñar e non en ál;
pero aunque ome non goste la pera del peral,
en estar a la sombra es plaser comunal.


De cómo el arçipreste fue enamorado

166
Como dise el sabio, cosa dura e fuerte
es dexar la costumbre, el fado, et la suerte;
la costumbre es otra natura, çiertamente,
apenas non se pierde fasta que viene la muerte.

167
Et porque es costumbre de mançebos usada
querer siempre tener alguna enamorada:
por aver solás bueno del amor con amada,
tomé amiga nueva, una dueña ençerrada.



Comentario del profesor Rafael Ramos

Casi en los primeros compases de sus andanzas amorosas, Juan Ruiz relata la historieta de los variados horóscopos del hijo del rey Alcarez, y cómo al final todos resultaron ciertos (coplas 123-154). El cuento no tiene otro objeto que ilustrar la importancia de los designios astrales sobre el destino de los seres humanos, tal y como aceptaban la ciencia y la iglesia de la época. Ahora bien, en este caso ―como en muchos otros a lo largo del Libro de buen amor―, el autor de la obra juega con sus lectores. El protagonista esgrime ese cuento y esas creencias para excusar su irresistible deseo sexual, intentando disculpar sus impulsos y presentándose como un esclavo del destino, de manera que no debe ser criticado por sus excesos lujuriosos: «muchos nasçen en Venus, que lo más de su vida/ es amar las mugeres, nunca se les olvida./ …/ En este signo atal creo que yo nasçí». Pero el autor advierte de inmediato que esos condicionamientos astrales solo tienen una fuerza relativa. El ser humano, y sobre todo el cristiano, puede y debe luchar contra esas inclinaciones si le empujan a obrar mal. No es un simple juguete de los astros, sino que posee la libertad necesaria para forjarse su propio destino, superando cualquier tipo de predestinación.

Unas estrofas antes (coplas 71-76), el protagonista ya había manipulado las principales ideas del De anima de Aristóteles con el mismo objeto: justificar su irrefrenable apetito sexual. Y más adelante utilizará la Ética a Nicómaco, también de Aristóteles, con el mismo fin (coplas 166-167). También en estos casos, el autor y el lector advierten de inmediato el tono irónico de esas argumentaciones engañosas. Son las torpes excusas de un lujurioso para justificar su vergonzosa actitud y presentarse no como un vicioso, sino como una víctima de las circunstancias.

Como otros cuentos del Libro de buen amor, el del horóscopo del hijo del rey Alcarez no es original de Juan Ruiz. Había aparecido anteriormente en la Vita Merlini de Geoffrey of Monmouth (escrita hacia 1150), uno de los textos más antiguos del ciclo literario del rey Arturo, y de ahí pasó a las versiones en lenguas romances, como el Baladro del sabio Merlín, que se había traducido al castellano en los primeros años del siglo xiv. La historieta del horóscopo múltiple aparecía también en el epigrama latino Hermaphrodite atribuido a Mathieu de Vendôme, de la segunda mitad del siglo xii)

Bibliografía esencial:

  • Cátedra, Pedro M., Amor y pedagogía en la Edad Media (Estudios de doctrina amorosa y práctica literaria). Salamanca: Universidad de Salamanca, 1989, pp. 57-84.
  • Joset, Jacques, Nuevas investigaciones sobre el «Libro de buen amor», Madrid: Cátedra, 1988, pp. 61-63.
  • Marmo, Vittorio, Dalle fonti alle forme: studi sul «Libro de buen amor». Napoli: Liguori, 1983, pp. 174-186.