Cantar de Myo Çid
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Caso

Los sustantivos del latín clásico disponían de un morfema trabado que seguía a la raíz y que determinaba el número de dicho sustantivo y, además, indicaba el papel que éste desempeñaba en la oración. Cada sustantivo tenía doce terminaciones (el singular y plural de los casos nominativo, vocativo, acusativo, genitivo, dativo y ablativo), pero sólo siete eran diferentes y esto, unido al hecho de que algunos casos podían desempeñar distintas funciones, generaba cierta ambigüedad.

Si a este factor añadimos la evolución fonético-fonológica, el sistema casual se hace mucho más ambiguo y resultan más satisfactorios mecanismos complementarios como por ejemplo el uso de preposiciones. Pasamos de este modo a expresar los mismos valores pero de manera analítica, por lo que las desinencias casuales acaban por convertirse en marcas redundantes.

En la última etapa del latín hablado los seis morfemas casuales se redujeron a dos: el nominativo y el acusativo, hasta que finalmente el acusativo ganó posiciones y acabó por desplazar también al nominativo en la Península Ibérica.

Del mismo modo, y como ya hemos visto al analizar el género de los sustantivos, las cinco declinaciones latinas desaparecieron y desapareció también cualquier tipo de distinción de casos entre los tres tipos principales de sustantivos que hereda el español ( en –a, en –o y en –e o consonante).

Por lo general los sustantivos de la 1ª y 5ª declinaciones pasan a formar parte de los sustantivos españoles en –a. Es el caso de dia (de la quinta declinación pasa a la primera para lograr una terminación en –a propia del femenino), boca, lanças, casa, alma, puertas, tierras, villa, ora, cara, dueñas y aguas (todas ellas de la primera). Los de la 2ª y la 4ª pasan al grupo de sustantivos en –o, como observamos en moro, amigo, obispo (de la 2ª declinación masculina); fijo, oios (de la 2ª declinación neutra que se reinterpretan como masculinos); y miedo (masculinos de la 4ª que pronto pasan a considerarse sustantivos de la 2ª declinación). Los de la 3ª pueden incorporarse en la clase de sustantivos en –a a partir de la hipercaracterización –una muestra de ello es señora– aunque por lo general pasan a formar una tercera clase de sustantivos en –e y consonante que no tienen un género predeterminado, de modo que en este grupo podemos encontrar masculinos, como los anteriormente citados corazón, tremor, pavor, pan rey, y femeninos, como los también mencionados yentes, paz, naves, mugier, torre, cruzes y noche.

Algunos sustantivos se conservan con el caso latino lexicalizado (es decir, evolucionan a partir del nominativo latino): por ejemplo, dios (< DEUS) y virtos (< VIRTUS, -TUTIS).

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