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Evolución de los adjetivos También los adjetivos disponían de tres géneros (masculino, femenino y neutro) en latín, por lo que el latín clásico ofrecía tres grupos distintos de adjetivos: los de tres terminaciones (una para el masculino que seguía las reglas de la 2ª declinación; otra para el femenino que seguía la 1ª declinación; y otra para el neutro que seguía la 2ª declinación neutra); los de dos terminaciones (una para el masculino y femenino y otra para el neutro que seguían la 3ª declinación de los parasilábicos); y los de una sola terminación, puesto que se usaba la misma forma tanto para el masculino como para el femenino y el neutro (dichos adjetivos se declinaban como los imparasilábicos de la tercera). A partir de la desaparición del género neutro en el latín vulgar los adjetivos se redistribuyeron en dos grupos: los de dos terminaciones (una para el masculino y otra para el femenino) y los de una sola para ambos géneros. Los adjetivos de tres terminaciones pasan a tener dos, los de dos una y, por lo general, los de una sola terminación se mantienen. Hay algunas excepciones, como el caso de triste, adjetivo que en latín poseía tres terminaciones (TRISTUS, -A, -UM) y que se reinterpretó como adjetivo de una sola terminación por analogía con FORTIS, -E. Cabe decir que en latín lo normal era que el adjetivo precediese al sustantivo, mientras que en el español actual sucede lo contrario y sólo los adjetivos intensificadores o bien aquellos que expresen una cualidad inherente en el sustantivo que cualifican, así como los adjetivos de valor cercano al determinante, pueden aparecer delante del nombre. El fragmento de nuestro estudio se hace eco de esta modificación y, por lo general, el adjetivo aparece detrás del nombre.
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Última actualización: 21/10/2008 |